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¡Ni una menos!

Texto: Alexandra Ojeda Foto: Roberta de la Garza y Orión Guzmán


Las mujeres representan la mitad de la población mundial. Hay más de 3.600 millones de mujeres en el mundo. Somos muchas para ser ignoradas.


Hace unos años, el periódico El Comercio hizo un experimento social donde se les preguntan a hombres, jóvenes y niños, ¿Qué es lo primero que se les viene a la mente cuando escuchan la palabra “mujer"? Lo que se contestó fue algo alarmante.


Los principales estereotipos fueron estos:

“Una mujer esa aquella que está detrás de todos los males de la sociedad”. “Necesita ser mantenida en límites”. “Que tiene belleza, pero no cerebro”. “Es un objeto con el que pasar el tiempo, o, si nada más, una máquina productora de niños”.


No todos los hombres piensan de esta manera, pero aún vivimos con gente en este mundo que siguen teniendo esas ideas plantadas en la cabeza, pero nos afecta como mujeres políticamente, en la educación, y en el trabajo. Ese pensamiento nos limitan de oportunidades.


No voy a generalizar y decir que toda persona tiene la misma opinión o pensamiento, pero en la sociedad, en la cual vivimos, sigue habiendo normas establecidas hace mucho tiempo que desfavorecen al desarrollo profesional de la mujer.


Cuando uno describe al hombre, no se nos viene la misma imagen y son percepciones sobre el rol del hombre y de la mujer que se han llevado de generación a generación.

Todo esto como percibimos las cosas ha sido construído socialmente, entre la humanidad. La mujer puede cargar la vida en su vientre, se queda en casa, y cuida al bebe mientras que el hombre sale a establecer económicamente la familia. Así empezó todo, no porque somos menos capaces intelectualmente o físicamente.


Cada vez hay más mujeres que trabajan y logran tener una carrera profesional, o por lo menos tienen la oportunidad de estudiar. Por mucho tiempo, eso no existía.


¿Por qué si las leyes dicen que somos iguales, seguimos en los mismos pasos de los viejos tiempos? La sociedad siempre ha expresado lo que se espera de un hombre, y lo que se espera de una mujer, por la forma como hemos evolucionado. El hombre desde el principio de la historia ha evolucionado a ser más fuerte en muchos aspectos, siguiendo la tradición de que la mujer se quede en casa, mientras que el hombre sale a aportar a la familia, que se considera “lo más importante”. En muchos sentidos siguen las mismas costumbres y siguen influyendo en cómo pensamos sobre los diferentes géneros.


Los tiempos han cambiado, pero la cultura y percepción de la gente no. Sólo porque leyes han cambiado, no significa que las personas sí, y que nos hemos ganado el respeto de la igualdad. Es lo que luchan las mujeres cada día, sólo por ser del sexo opuesto, y ahí es donde interviene el feminismo.


Mucha gente tiene una idea falsa sobre el feminismo y significa diferentes cosas para diferentes personas. Es un conjunto de movimientos en diferentes áreas de la sociedad, pero todos con el mismo objetivo - la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Lo que en fin queremos lograr como mujeres es reconocimiento. Querernos ser escuchadas, respetadas y reconocidas por quiénes somos como personas.


No sólo enfrentamos desigualdad de oportunidades, también hay casos de violencia; muchas veces por ser menospreciadas. Ese es un ejemplo claro del riesgo que corremos las mujeres por el simple hecho de ser consideradas como el “sexo inferior”.

Yo se que no todos los hombres son machistas, el sistema es lo que nos afecta. Se tienen ciertas expectativas de nuestro género, lo cual afecta nuestras oportunidades en la sociedad.


El feminismo no debe de dividir la sociedad, debe de mantenernos unidas para lograr los cambios necesarios para futuras generaciones.

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